"Otto" fué el gran compañero de Perla, un siamés hermoso que era más hombre que gato y al que por jugarretas del destino acompañé en su último dia de vida. La muerte de Otto un 28 de diciembre no se me olvidará jamás, como jamás se me olvidará la imagen desencajada y de desesperación de Perla corriendo con él en sus brazos con la ilusión de quizás todavia poderle salvar la vida y las lágrimas al llevarlo al veterinario para que dejara de sufrir. Le pinté a Otto en un intento vano de devolvérselo...sin saber que los colores nos son nada sin los sabores, el tacto, la caricia, el aroma...el cuerpecito suave y caliente, el ron-roneo y el tic tac de su pequeño corazoncito acostado sobre el pecho de mama las noches frias de invierno mientras papi roncaba...Otto sabia de los secretos , pequeñas alegrias, pequeñas ilusiones y grandes desilusiones y descansa bajo un roble que mamá va a visitar cada dia llueva o truene o haga sol de justicia. Dice que a veces siente su espíritu, y yo la creo, porque Otto era más que un gato....impresiona ver su retrato, mucho antes de que apareciera en mi vida mi pequeño Caramelo, porque diria que pintando a Otto dibujé a mi pequeño persa...se me antoja que lo pinté aún sin conocerlo....
¿pintamos nuestro futuro sin saberlo?
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