Me fascinan las nubes. Sobre todo desde que empecé a viajar ( y dormir) entre ellas... No sé si son dulces como las nubes de algodón... pero desde luego se me antojan de gusto de azúcar... Me gusta verlas avanzar acúnadas a veces, arrastradas otras, a merced del viento, a un viaje ninguna parte y a la vez alrededor del mundo, agua en movimiento...
Desde pequeña fantaseé con sus formas, a veces creo yo más fruto de mi imaginación desbordante porque cada uno tiene su prisma y su vaso medio lleno o medio vacio. El mío siempre lleno de colores y formas fascinantes. Es lo que tiene ser el dueño de tu imaginación.
Hace nada aunque ya me parece un siglo que regresé de mi viaje en Uruguay con ese dulce cansancio de viajero, caracolas en mi bolsillo y colores en mi retina que tanto me gustan. Pero si tengo que decir que es lo que más me gustó, sin duda son sus nubes. Gordas, rollizas, imnensas, increibles y raras.
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