De repente las vi... deslumbrantes y enigmáticas.
Su luz casi me cegaga y no podía distinguir bien hasta que me coloqué el visor de seres no identificados que probábamos desde la última luna.
Y allí estaban,
con su cabeza esférica , traslúcida, y ese aro añil a veces, violeta otras, según la incidencia del sol marciano.
Navegaban dóciles contracorriente, igual que sus hermanas terrestres marinas, ondulando gráciles sus tentáculos como racimos de uvas galácticas transparentes, ajenas a mi presencia.
Y me pregunté si desprenderían veneno como sus tocayas terrícolas, las medusas blancas mediterráneas... o bien ondas mágneticas , o cantos de sirena.
Me conformé con disfrutar del expectáculo de su baile al son de la brisa marciana mientras tomaba mi primer café y fantaseé con volver a salir en mi tabla de SUP y volver a ver las de mi añorada playa de Castelldefels...
"la historia que escribes tú" gracias a la revista VUELING, creí verlas entre las nubes yendo o viniendo desde algún lugar
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